Por
Armando Rosselot*
Resulta difícil acotar la literatura juvenil a un rango etario, ya que sólo hace pocos años se le diferenció de la literatura infantil, la cual aborda temas más enfocados al primer conocimiento del ser y del entorno. En esta misma diferenciación, la literatura juvenil y adolescente ocupa una estética distinta a la infantil en su construcción ficcional, siendo una estética marcada por la distanciación y no con la identificación, lo que permite imaginarios realísticos y humorísticos, logrando la adquisición de nuevos conocimientos y de su posible transformación. A diferencia del “didactismo” y “patetismo” de la literatura infantil, la literatura juvenil da a conocer información a través de las historias narradas en un mundo más real, con todas sus características e implicancias; ya que el joven, al igual que un adulto, está inmerso en una red de innumerables relaciones que se expanden en el tiempo y el espacio en que se sitúa; siendo él consciente de ello al poseer un mundo de referencias mucho más amplio que el de un niño. “La literatura juvenil es aquella capaz de iniciar y siempre sostener y promover el maravilloso viaje sin fronteras que realiza cada lector que se atreve a leer para alimentar su espíritu e imaginación” (Comas de Guembe, 2005: 45-56) (1)
En su comienzo, a esta literatura la formaron en su mayoría novelas de
aventuras como Tarzán, Robinson Crusoe o Sandokán, las que no fueron escritas
precisamente para ese público, pero que terminaron siendo “adoptadas” por este
naciente género. Hoy en día la literatura juvenil está ya compuesta por
una amplia gama de subgéneros, tales como narrativa, poesía, novela gráfica y
cómics; allí están presentes el riesgo, la aventura, el reto, la exploración y
el enfrentamiento.
Ello no quiere decir que no se puedan abordar temas sociales y políticos dentro del contexto fantástico, ya sea como una aventura, una utopía, una distopía o una ucronía; siendo éstas tres últimas pertenecientes a lo que llamaremos Ciencia ficción, pues la aventura como tal puede no estar inmersa, forzosamente, en una temática de Ciencia Ficción o Fantasía.
Ello no quiere decir que no se puedan abordar temas sociales y políticos dentro del contexto fantástico, ya sea como una aventura, una utopía, una distopía o una ucronía; siendo éstas tres últimas pertenecientes a lo que llamaremos Ciencia ficción, pues la aventura como tal puede no estar inmersa, forzosamente, en una temática de Ciencia Ficción o Fantasía.
La Ciencia Ficción
Volviendo al aspecto social, existen antecedentes obligados al respecto. En el
año 1971, en la 1era Conferencia Consultativa de escritores de Ciencia Ficción
de países socialistas, celebrada en Budapest, se expresó la convicción general
que el arte y la literatura fantástica, particularmente, deben servir a las ideas de amistad entre los pueblos, la paz y el progreso
social. La Ciencia Ficción, en adelante, ha servido para
cuestionarse la sociedad en que se vive y cómo podría llegar a ser. Por ello, han existido muchas definiciones para poder catalogar estas sociedades
futuras, representadas críticamente por los escritores; reproduciéndolas y
modificándolas, logrando, muchas veces, vaticinar los conflictos que hoy
suceden. El componente social dentro de la ciencia ficción pareciese
incuestionable, lo que lleva, obviamente, al componente político.
Como se ve, las formas en que la literatura influye en el lector son complejas; ellas no apuntan solo a su conciencia. Por otra parte, la atmósfera estética y espiritual que crea, desempeña en sí misma un papel importante: no enseña la belleza, si no que la muestra. Por lo mismo, no puede decirse que la influencia de la Ciencia Ficción sea siempre pesimista o siempre utópica (Kagarliski, 1977: 08) (4).
Paraliteratura y Subliteratura
No obstante, se suele decir que la literatura fantástica, y
por consiguiente la ciencia ficción, es escapista y se la ha tildado en muchas
ocasiones como subliteratura. Para saber si esto es así, habría que saber qué
es lo que distinguiría a una obra como subliteraria o paraliteraria.
Citando a Todorov, la obra cumbre de la literatura era aquella que no se
encuentra dentro de ningún género literario, mientras que la obra cumbre de la
literatura de masas era aquella que mejor se inscribía dentro de su género. En
la paraliteratura, por su parte, el lector espera la repetición de una serie de
características, pero también espera una relativa novedad. Estas pautas
específicas de vehiculación editorial, de producción y de lectura provocan una
relación entre autor y lector diferente de aquellas que establece la literatura
canónica (Lluch, 2012:2 -14). (5)
Cuando se lee una obra canónica por primera vez se experimenta un extraño y
misterioso asombro y que casi nunca es lo que se esperaba (Lluch, 2012: 2 -
14). (6)
Si bien mucha de la ciencia ficción se sitúa en la periferia literaria y no en
el cánon mismo, eso no quiere decir que sea en su totalidad subliteratura. Cuando
se lee paraliteratura, el lector, antes de iniciar el acto de lectura, firma un
contrato con el autor, un acuerdo tácito que le asegura la adecuación de la
obra a la colección, a la reputación del autor o al proceso publicitario que ha
elegido (Boyer 1992: 109-120) (7) y muchas
obras de Ciencia Ficción no hacen eso ni ocupan un lenguaje simple;
tampoco son organizadas linealmente en su estructura ni repiten su
esquema, menos piensan en adaptarse a formas de narración comercial y
cliché. Esto no deja de reconocer que sí hay obras que pertenecen
indudablemente a la subliteratura, tanto a nivel de obras para niños, jóvenes y
de adultos (Lluch, 2012: 2 - 14). (8)
Dentro del género fantástico indudablemente hay títulos y autores que van más
allá y varias de sus obras son parte del cánon -o son de borde- y no de
este estereotipo de subliteratura. Por citar a algunos: Tolkien, Lewis y
Herbert, o algo más contemporáneo como Lilian Bodoc (La saga de los cofines).
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*Armando Rosselot (Santiago, 1967) es escritor de ciencia ficción y literatura fantástica. Desde el 2005 colabora con diversas revistas literarias como Cinosargo, Tauzero, Ngc 3660, Axxon, entre otras. Ha publicado diversos títulos relacionados con el género, destacando su libro de poemas Huesos de Pollo Bicéfalo (2006) y las novelas Te llamarás Konnalef (2009) y Tarsis (2014); siendo Tarsis la primera parte de una tetralogía. El 2011 publica un e-book de cuentos: Periferia Cerebral. Actualmente trabaja en la edición del libro de relatos Poliedro, que ya cuenta con su quinto número, donde ha publicado varios relatos y cuentos. Es profesor del Taller Permanente de Narrativa Juvenil en Taller Estudio 112.
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Referencias:
1.
Comas de Guember,
Dolores. “Literatura juvenil, un viaje de descubrimiento”. Revista de Literaturas
Modernas 35 (2005): 45-56.
2.
Moreno Verdulla,
Antonio. “Identidad y límites de la literatura juvenil”. Personajes y
temáticas de la literatura juvenil. María Victoria Sotomayor Sáez (coord.).
Ministerio
de Educación y Ciencia: España, 2006.
3.
Card, Orson Scott.
“Cómo Escribir Ciencia-ficción y Fantasía”, 2013. Traducción Julián Diaz. Ed.
Alamut, España.
4.
Kagarlitski, Yuli.
“¿Qué es la Ciencia Ficción?”, 1977. Editorial Labor S.A. Barcelona.5. Lluch Crespo, Gemma.
“Mecanismos de adicción en la literatura juvenil comercial”. Biblioteca
virtual Miguel de Cervantes. Web. www.cervantesvirtual.com 10 mar. 2012.
6.
Citado en 5.
7.
Citado en 2.
8.
Citado en 5.
9. Cañón, Milla y Elena Stapich. (2011) "Acerca de
atajos y caminos largos: La literatura Juvenil"
Te invito a ser parte de mi blog: www.fernandoalfredo.blogspot.com
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